Reflexiones se van sumando a lo que FRENA, ha dicho; apostar a la ORGÍA PRIANRD ha sido la APUESTA PERDEDORA de muchos mexicanos.
Junio del 2021 – 10 Gubernaturas perdidas.
Abril del 2022 – Apuesta a urnas vacías hace que AMLO siga en el PODER.
Junio del 2022 – 4 Gubernaturas perdidas.
Aquí la reflexión de Rene Delgado: (Junio 17 en el FINANCIERO)
Democracia sin partidos
Con los partidos en crisis, las coaliciones suman debilidades, no fuerzas. La democracia peligra, pero no por la acción de una persona, sino por la inacción de muchas otras.
El 23 de julio pasado se publicó el Sobreaviso: ‘Democracia, ¿sin partidos?’. La diferencia entre aquella y esta columna radica, obviamente, en que el título ya se puede sostener como afirmación, sin duda ni signos de interrogación.
Durante los meses transcurridos se agravó la descomposición del régimen de partidos. En tal virtud, las coaliciones en y fuera del poder se reanimaron, pero no como suma de fuerzas, sino de debilidades. No reflejan una acción de vanguardia sino de retaguardia, porque los partidos están hechos añicos y cada uno tiene dueño, cuando no gerente o capitán de empresa.
Ese par de alianzas no revelan gran, sino nula imaginación. Se integraron bajo una idea pobre: juntarse sin unirse en defensa de dogmas, posiciones, intereses, prerrogativas o privilegios, arrumbando los principios en el arcón de los recuerdos. Una responde al propósito de mantenerse en el poder, aumentándolo y ejerciéndolo sin cortapisas ni contrapesos; otra, al instinto de sobrevivencia, la conservación del subsidio y la práctica sin rubor del no poder.
En esa lógica, cierto, la democracia está en peligro, pero no –como necean los analistas ilustrados en los libros de texto– por la acción de un solo hombre, sino por la inacción y la indolencia de muchas personas, así como la ambición lisa y llana de otras.
Sólo la pérdida de la razón y sensatez explica la celebración de los dirigentes de la alianza opositora del desastroso resultado obtenido en las elecciones de gobernadores de este y el año pasado, como también la simbiosis del panista Marko Cortés y el priista Alejandro Moreno. En calidad de compañeros de viaje, aplauden a rabiar a la orquesta del Titanic, antes que concluya su última interpretación.
Ese dúo –hablar de un trío considerando al perredista Jesús Zambrano, exige contar mal un pésimo chiste– enarbola una consigna: “de derrota en derrota hasta el fracaso total” y toma decisiones temerarias. La más reciente, declarar una moratoria constitucional en el Congreso sin consultar a sus legisladores y sin advertir que la brillosa determinación es tanto como cerrar uno de los pocos salones donde su voz resuena a gritos, pero resuena.
Eso, sin hablar de la destreza aritmética con la que el dúo suma los votos de su bajo rendimiento electoral y jura estar en condición de ir por la presidencia de la República. Poco le importa carecer de una propuesta o perfilar algún precandidato con carisma y posibilidad. Esa pareja no reflexiona, declama. Y, lo que sea de cada quien, recita rebién la tabla de multiplicar del dos y del tres, al tiempo que asegura resolver quebrados.
En esa lógica, el dinámico par no ve por qué consultar con los suyos planes, proyectos o estrategias, y mucho menos dejar la sala de juntas o la oficina para salir a la calle a ver qué dice la gente. ¿Para qué? Quizás, a solas y frente al espejo, cada uno asume no tener idea, pero festeja controlar el padrón de militantes, el comité ejecutivo, el consejo político y, desde luego, administrar las prerrogativas. Qué más se puede pedir, cuando no se puede más.
¿En verdad, Marko Cortes no intuye que su compañero de fórmula Alejandro Moreno es el opositor ideal que todo poderoso quisiera tener? Vocifera y patalea, pero es inofensivo porque su pasado y su presente lo condenan. Por eso, entre bromas y veras, el gerente de Morena, Mario Delgado, considera que Alito debe seguir al frente del tricolor. “Ha ayudado mucho –se burla– al crecimiento de nuestro movimiento, en ese gran dúo dinámico que ha formado con Marko Cortés”.
Si no por sensatez, por mera curiosidad, Cortés debería escuchar a los cuadros de su partido que advierten del precipicio al que se asoma y lleva al albiazul.
Y qué decir de la alianza que Morena encabeza con los verdes y los trabajadores que no son lo uno ni lo otro, pero se acomodan donde sea, cobran en especie o presupuesto y, como detalle, llevan recados sin pedir propina.
Con un cúmulo de poder inaudito, Morena prefiere ir mal acompañado que solo y sigue sumando a partidos y personajes dignos de aparecer en el diccionario de la corrupción y, en algunos casos, del crimen. Allá en Toluca, ver tras los nominados a ocupar Palacio Nacional a los gobernadores Cuauhtémoc Blanco y Ricardo Gallardo, así como a una cuerda de priistas dignos de competir por el distrito de Almoloya en vez de ocupar una gubernatura, un escaño o una curul, revuelve la conciencia y la memoria. Tales aliados, socios y cómplices hacen pensar que los morenos han pasado del pragmatismo sin medida, al cinismo sin vergüenza, diciendo abominar la politiquería.
De súbito, el Señor –al que invoca con fervor Adán Augusto López– ha salvado y convertido a esos candidatos a reo en arcángeles de la transformación, pero no ha logrado darle institucionalidad, organización, cohesión y civilidad al movimiento que usó como vehículo para llegar adonde quería. No ha conseguido eso como tampoco revestir de autenticidad y legitimidad el juego sucesorio, donde él dice quiénes, cómo y a qué horas deben de participar, sujetándose al resultado de la encuesta que, de seguro, se levantará solo en Palacio Nacional, advirtiendo desde luego que él no interviene ni intervendrá. La luz del Señor oscurece a sus iluminados.
El poder fascina a Morena y, su atracción irresistible, le impide ejercerlo sin los vicios que tanto han costado al país y, sobra decirlo, así no se hace historia, se repite.
Sí, el sistema está a punto de generar varios milagros: una democracia sin partidos, unos partidos partidos, una alianza de debilidades, unas elecciones de pronóstico reservado. El único problema es que los milagros, en política, por general son simples errores.
Aquí la reflexión de Jesús Silva Herzog Márquez. (Junio 13 Reforma)
El espacio de la opinión se convirtió, de pronto, en sesión de autoayuda. La tonada se repite por todos lados: hay que ser optimistas después de la elección reciente. Nada de derrotismo. Es necesario elevar la autoestima de las oposiciones. Que no haya desaliento, que nadie se desanime.
Los porristas de la prensa y las redes sociales piden a la Oposición que se vea en el espejo y que, ante su imagen, repita que es la verdadera esperanza, que no le fue tan mal, que las cosas pudieron haber sido peores, que el camino es insistir en el mismo camino. ¡Sí se puede!
Había también que hacer las cuentas de tal manera que las sumas fueran alentadoras. Ganamos en la mitad de las elecciones donde competimos juntos, lo cual significa que hay un 50 por ciento de efectividad en la estrategia de la unión opositora. Con la magia de estos números, ¡estamos al tú por tú con el régimen!
No les pareció relevante a estos aritméticos del siquitibum registrar que en todas las elecciones donde se impuso, el oficialismo ganó con más de la mitad de los votos. La crítica se convirtió en porra. La Oposición, dicen los porristas, va bien y lo único que debe hacer es persistir en el rumbo que se ha trazado.
A la crítica no le corresponde hacer de porrista. No es su función buscar el ángulo positivo para elevar la percepción que los actores políticos tienen de sí mismos. Ésa es, sin embargo, la labor que desempeñan ahora muchos opinadores. Animadores con pompón que celebran cualquier jugada de su equipo como si fuera un movimiento genial, que cierran los ojos ante sus fiascos y son incapaces de reconocer al adversario que tienen delante porque sólo chiflan en cuanto recibe la pelota.
Hay quien sugiere posponer la crítica porque resulta impertinente, un servicio involuntario a las peores causas. Creo exactamente en lo contrario. Solamente podría construirse una Oposición eficaz si se abren paso las críticas a sus liderazgos y a sus estrategias.
Hoy todo se centra en la alianza. Ese proyecto se ha convertido en el tapete bajo el cual se barre toda la mugre de las oposiciones; una tela que trata de ocultar el enorme vacío que hay debajo.
No hay liderazgos, pero está el sueño de la alianza. No hay propuesta que entusiasme, pero está la fantasía de la unidad. No hay autocrítica, pero se firman comunicados conjuntos. Y ante los escándalos, el abrazo y los silencios de la complicidad.
Coincido en el diagnóstico elemental: sin un frente opositor amplio será difícil enfrentar la maquinaria del oficialismo, si es que se mantiene unido después del dedazo de la encuesta de uno. Pero no puede reducirse la estrategia a la firma de una asociación.
El 2018 tiene muchas lecciones que habría que estudiar y que, me temo, no se están considerando. La alianza que se formó para respaldar la candidatura de Ricardo Anaya es enseñanza de las cosas que no deben hacerse.
Ricardo Anaya fue el candidato de un cónclave. Una candidatura que fue construyéndose en una agotadora política de cafés, cenas y mensajes de texto. El humo blanco quiso presentarse como una hazaña porque había logrado la unión de izquierdas y derechas. Era, en realidad, el producto de un brindis. Así le fue.
Veo a Morena haciendo política en público, placeando a sus personajes, identificando los centros de la batalla que viene. No niego que se brinca la ley para adelantar la campaña. Lo que subrayo ahora es que ocupa la plaza pública.
Al mismo tiempo, veo oposiciones pasmadas que reeditan la misma política de coctel de hace cuatro años. Cenitas y tuits para construir una alianza. Es importante tomar nota que aquella estrategia de alianza alrededor de Anaya no solamente fue un fracaso. También fue un golpe fatal al régimen de partidos.
Si hoy nos lamentamos de la falta de contrapesos hay que identificar que aquella apuesta de las cúpulas terminó destrozando las identidades de partido. Y deshechas aquéllas, terminaron huecos éstos.
Frente a la aplanadora del lopezobradorismo, nos quedamos con partidos que habían renunciado a su identidad y que sobrevivían sin idea de lo que eran. Aquella alianza tiene una enorme responsabilidad en la debacle de nuestro pluralismo.
Hoy pagamos las consecuencias de esa alianza ineficaz y perniciosa que llamaron histórica.
“APOSTAR a está orgía partidista sería la sentencia FINAL PARA MÉXICO”
FRENA tiene una PROPUESTA que se sale del paradigma PARTIDOS DE OPOSICIÓN que han TRAICIONADO a los ciudadanos.
- Formar una masa crítica de 5 millones de mexicanos que UNIDOS logremos incidir en QUE LOS PARTIDOS DE OPOSICIÓN asuman LA VOZ CIUDADANA de #SoloLoMejor, en el candidato de la ciudadanía como PLAN GANADOR.
- Promover una participación ACTIVA de los ciudadanos en decidir en UNA ELECCIÓN PRIMARIA, al mejor candidato 2024 de los CIUDADANOS. “MéxicoELIGE, NO solo vota”, donde EL INTERÉS SUPERIOR DE MÉXICO este por encima del interés partidista.
¿ Y tú que harás? Perder el presente, y futuro de la familia.
LA PATRIA ES PRIMERO

Estoy completamente de acuerdo , hay que trabajar para lograrlo tenemos a toda la maquinaria gubernamental en contra y yo pienso que hasta los priistas traidores